domingo, 18 de noviembre de 2012

Un ahorro luminoso para el bolsillo

El fin de las bombillas no eficientes y los planes de la UE impulsan la reducción del gasto energético, asignatura pendiente en España


Un país que ha de importar cada año casi tres cuartas partes de la energía que consume -el 74,6% según los datos de Eurostat para 2010, que sitúan a España como el quinto Estado de la Unión Europea con el mayor grado de dependencia exterior en este sentido, solo superado por Irlanda, Italia, Portugal y Bélgica- tiene un claro problema que afecta tanto al bolsillo de los ciudadanos como a las arcas públicas. Si añadimos que su consumo sigue siendo un 15% superior a la media de la 'zona euro', aún habiéndolo reducido desde 2006, la cuestión se agrava.
En el primer caso, perjudica al consumidor de a pie a través de la subida de la tarifa eléctrica, de los impuestos (IVA e especiales) e incluso de los precios de otros productos y servicios dependientes de la electricidad (es decir, la mayoría). En el segundo, el déficit energético se presenta como el principal obstáculo para cuadrar la balanza comercial (en agosto se amplió al 31%; suma y sigue).
 
Con estos parámetros, cualquier plan de acción para el ahorro y eficiencia energética se antoja imprescindible. El vigente en la actualidad (2011-2020) prevé una contención en el consumo durante la presente década, pasando de 131.927 a 142.213 ktep (miles de toneladas de equivalente de petróleo), es decir, un aumento moderado del 0,85%. Sin embargo, llama la atención que mientras el más contaminante sector industrial lo reduciría un 0,90% en ese mismo período, el sector residencial y los servicios lo elevarían un 0,80%.
 
Y es que aún no terminamos de asociar en España la imagen de la vivienda con la eficiencia energética, máxime cuando la renovación de parte del parque inmobiliario durante el pasado 'boom' del sector redujo el consumo del carbón. No obstante, el Ministerio de Industria -a través del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE)- tiene claro que hay que seguir haciendo esfuerzos, de modo que el 16,1% del ahorro previsto hasta 2020 deberá realizarse en el sector residencial, solo por detrás del transporte (50,6%) y la industria (25,2%).
 
El 17% del consumo de energía final en España procede de los hogares. Es el único sector (junto a los servicios) que lo ha incrementado desde 1990, cuando representaba el 15,8%. Y no será porque no se han implementado planes para evitarlo. Uno de los más recientes es de la Comisión Europea, donde el comisario del ramo, el alemán Günther Oettinger, ha aprobado nuevas medidas -a las que se han opuesto España y Portugal por considerar que no tienen en cuenta sus esfuerzos ya realizados y el mayor coste que suponen en un período de crisis económica- a la vista de que sin una apuesta «más decidida por la eficiencia solo se lograrían la mitad de los objetivos marcados para 2020, es decir, un ahorro en el consumo energético del 10% en vez del 20% previsto en un principio. Y para que no quede en papel mojado, la CE analizará la marcha de las mismas durante 2013 a fin de, en su caso, hacer las correcciones que convengan en cada Estado.
 
Falta de conocimiento
 
Sin embargo, la experiencia nos dice que mientras esas acciones no las notemos directamente en el bolsillo será difícil que haya grandes variaciones. «La gente no es consciente todavía de la cantidad de dinero que puede ahorrar», explica Jaime de Jaraiz, vicepresidente de LG España, una de las multinacionales más implicadas en la eficiencia energética. Cita como ejemplo el desconocimiento que aún existe respecto a las etiquetas energéticas de la UE (con siete grados de eficiencia, desde la más baja, D, hasta la más elevada, A+++) y lo que supone elegir un electrodoméstico con una u otra calificación de cara al recibo de la luz en los próximos años.
 
Algo parecido ocurre con las bombillas. El pasado 1 de septiembre se dejaron de fabricar y poner en el mercado las de 40 y 25 W (vatios) -las que aún podemos encontrar son 'stocks' de productos aún no vendidos-, en cumplimiento de la directiva europea 2005/32/CE para el alumbrado doméstico, que contempla la renovación de todo ese parque para 2016.
Sin duda, un terreno abonado para las bombillas de bajo consumo, eco-halógenas y de tecnología LED -que copará entre el 50% y el 60% del mercado en 2020, según el IDAE-, que consumen hasta un 80% menos y duran entre seis y ocho veces más que las tradicionales, además de perder menos intensidad. Aunque no solo podemos ahorrar renovando la iluminación de la casa y nuestros electrodomésticos, un contador o medidor de consumo (individuales para un aparato o tomar de red, o generales) nos ayudará a usar menos electricidad. 
 
 
Fuente: lasprovincias.es

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