martes, 27 de noviembre de 2012

El reto de la transformación del mercado energético europeo

El mercado continental de la energía está siendo rápidamente reestructurado merced a una serie de desarrollos de tipo institucional, legislativo, técnico y geopolítico. El mercado de finales del año que viene puede que no se parezca mucho al de finales de 2012. Los principales factores que intervienen en la transformación son los siguientes: primeras inversiones para las obras del gasoducto South Stream en Bulgaria, la adaptación de Rusia (y sus suministros de gas y petróleo a Europa) a la llamada Tercera Directiva para la Energía de la Unión Europea, el incremento del número de países que se apuntan a la tecnología del gas licuado, y la resolución de la batalla de opinión sobre la explotación del gas de esquisto en varios países europeos.

El 15 de este mes Rusia y Bulgaria firmaron el acuerdo de inversiones que permitirá desembarcar en el territorio continental el gas que le llegará por el fondo del mar Negro procedente de Rusia. Desde Bulgaria procederá a Serbia y luego a Hungría, donde enlazará con los nudos que distribuyen gas hacia Alemania, Austria y otros países.

Inmediatamente después del acuerdo sobre el gasoducto, Sofía y Moscú firmaron otro por diez años para el suministro de gas, con descuentos que han pasado del 11% (agosto) al 20% sobre los precios pagados por Bulgaria antes de las negociaciones, uno de los mayores concedidos nunca por Rusia. Bulgaria es el último país que se adhiere al nuevo gasoducto. Rusia no gozará de la exclusiva de tráfico por el nuevo conducto.

El acuerdo es un éxito personal del primer ministro Boyko Borisov, puesto que se hallaba bloqueado por una disputa sobre compensaciones a Rusia por la cancelación del proyecto de modernización del reactor nuclear de Belene (Bulgaria cuenta con dos), por la que Rusia exigía un indemnización de $1.300 millones.

Sofía es parte también del proyecto de gasoducto Nabucco Oeste, que llevará gas desde los límites fronterizos de Bulgaria con Turquía hasta Austria. El pasado 22 de octubre el ministro búlgaro de Energía, Delyan Dobrev, anunció que en el curso del 2013 comenzará la construcción de esa otra infraestructura energética.

La nueva directiva cambiará el sistema de precios

En realidad, la concesión a Bulgaria es relativamente poco importante, por cuanto este país no es un gran cliente ruso y la merma de ingresos para Gazprom alcanza sólo $50 millones. Lo significativo para Rusia es que las obras del gasoducto debían comenzar antes de marzo del 2013, cuando ha de entrar en vigor la Tercera Directiva de la UE.

La directiva trata de abrir el mercado continental a la competencia internacional, abandonando la práctica de negociaciones soberanas, que han sido uno de los principales instrumentos de presión diplomática empleados por el presidente Putin para condicionar la política exterior de los antiguos satélites de Rusia y allegar recursos extraordinarios que le permitiesen rehuir las reformas estructurales que la economía necesita.

La directiva europea pretende que los precios de la energía abandonen el método de indexación al petróleo, y sean determinados en un mercado "on the spot". El modelo más próximo que se ofrece es el que firmaron este 20 de noviembre la alemana Wintershall y la noruega Statoil para suministro de gas durante diez años. El acuerdo cubre el 6% del consumo alemán. La alemana E.on firmó un acuerdo parecido con la rusa Gazprom a primeros de año. El método de indexación ha sido muy favorable a Rusia durante los años de aumento del precio del petróleo.

El mismo sentido liberalizador tiene la ley pasada en junio por el parlamento estonio, obligando a la compañía Eesti Gaas a vender su infraestructura de transporte, en la que Gazprom tiene una participación del 37,03%, que favorece su posición de dominio. Igualmente, la mayor compañía de gas lituana, Lietuvo Dujos, debe desagregar sus intereses en la distribución, transporte y venta de gas.

Con indexación o sin indexación, el gas que llega a Europa sigue siendo ruso. Entonces, ¿cómo es que Rusia se siente menos fuerte para imponer su política de precios? Los países de la UE aprovechan que Rusia trata de reducir la extremada dependencia que tiene respecto de los derechos de tránsito de su gas por Ucrania (el 80% del que llega a la Unión), y en menor medida a través de Belorrusia. La presidencia del líder de la Revolución Naranja, Viktor Yuschenko y el mandato de la primera ministra Yulia Timoshenko, fue un periodo de continuos sobresaltos e interrupciones del suministro por disputas con Kiev. En 2010 las elecciones ucranianas dieron el poder al más pro-ruso Viktor Yanukovich, y desde entonces las relaciones son más fluidas, pero eso no altera la altísima dependencia rusa respecto del territorio ucraniano.

Todo lleva a Gazprom

La directiva europea también tiene un significado geopolítico con respecto a la posición de otros países dependientes del gas ruso como Hungría, Eslovaquia, la República Checa, Bulgaria y Rumanía, los cuales se han visto obligados a pagarlo a veces hasta un 50% más caro que el consumido en Europa occidental, debido a su limitada capacidad de negociación por la pequeñez de sus mercados.

A esta situación ha respondido la Comisión abriendo un expediente por abuso de posición de dominio contra Gazprom. Bajo las previsiones de la tercera directiva, Gazprom podría ser multada con hasta el 10% de sus ingresos en esos mercados. Es evidente que a la Unión no le interesa abrir una guerra de sanciones con su principal proveedor de gas, así que no sería de extrañar que las medidas punitivas sean atenuadas a medida que Rusia dé pruebas de su disposición a cambiar la metodología de los precios y abrirse a la competencia.

Arma diplomática

Otra vía de reducción o eliminación del uso del gas como un arma diplomática por parte de Rusia es la incorporación del gas licuado al mercado. El primer paso fue dado por Lituania, que recientemente contrató una planta noruega de licuefacción, que entrará en operación en 2014. Croacia había sido invitada por Rusia a unirse a South Stream como vía de entrada del gas a su propio mercado y al de Centroeuropa. Hungría, sin embargo, logró ofrecerse como mejor opción, y Croacia reaccionó adoptando la línea del gas licuado, que el presidente Josipovic intentará asegurar mediante el cierre de contratos de suministro con Catar, país que ha expresado interés en tener acceso al mercado gasístico de los Balcanes.

El último de los factores que pueden alterar el futuro mercado europeo de la energía son los hidrocarburos de esquisto. Los países que disponen de este tipo de yacimientos se debaten entre consideraciones medioambientales y presiones económicas. En enero último, Bulgaria se declaró el segundo país en prohibir la explotación de estos combustibles (el primero había sido Francia), pero el 2 de abril el parlamento se desdijo y autorizó estudios de factibilidad sobre explotaciones seguras de esos yacimientos. La República Checa y Rumanía han declarado moratorias sobre esas explotaciones, hasta que estudios más sistemáticos permitan dar la luz verde a la extracción de combustibles de ese origen.


Fuente: CapitalMadrid

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