Emilio Rousaud - 20/02/2009
Este año 2009 marca un hito en la liberalización del sector eléctrico. A partir del 1 de julio desaparecen las tarifas integrales, por lo que la práctica totalidad de consumidores deberán escoger suministrador eléctrico, si bien para los pequeños consumidores entrará en vigor una tarifa integral refugio denominada de último recurso. A esta tarifa podrán acogerse consumidores domésticos y microempresas, ya sea por carecer de ofertas por parte de los comercializadores, o por un incremento excesivo de los precios en los mercados energéticos. En cualquier caso, la citada tarifa de último recurso es una medida de protección necesaria para el pequeño consumidor.
La liberalización del mercado eléctrico llega, pese a lo que pudiera parecer, en un momento óptimo. Los dos factores que han llevado a máximos históricos los precios de la energía eléctrica en el mercado español se han revertido al compás de la crisis local y global. Desde la óptica de la demanda, el consumo eléctrico nacional invierte su tendencia de crecimiento desbocado presionado por la recesión en la industria y la contención en el consumo doméstico, en que la austeridad se impone al son de los consejos de ahorro energético promulgados por la Administración.
A todo ello se une, desde la óptica de la oferta, un acusado descenso en los precios del gas natural, el petróleo y sus derivados, materias primas esenciales en la generación de electricidad.
Este escenario deflacionista en los precios de los recursos energéticos no está exento de peligros tales como la inestabilidad geopolítica, las reducciones en la oferta promovidas por los cárteles (oficiales u ocultos), concertaciones de precio entre operadores principales, etcétera. Sin embargo, y no puedo afirmar que por suerte, la magnitud de la crisis pone en duda que incluso dichas acciones puedan tener un efecto real considerable sobre los precios, por la inusitada elasticidad que está mostrando la demanda aunque, como en todo aquello que escapa de nuestro control, conviene la cautela, dado que la alta volatilidad parece el signo de los tiempos.
Recientemente leí que el ideograma chino que expresa el concepto de crisis también significa oportunidad; en una coyuntura objetivamente difícil para nuestras empresas toda oportunidad debe ser aprovechada pero requiere un esfuerzo. En el caso que nos ocupa, se exige comprender que la figura del abonado que acepta unas condiciones económicas y de servicio explicitadas en la legislación ha sido demolida.
La liberalización implica asumir un papel activo recabando información, solicitando propuestas a diferentes comercializadores, negociándolas, analizándolas y asumiendo la responsabilidad de tomar decisiones. Las empresas consumidoras que asuman este nuevo rol, estarán preparadas para aprovechar las oportunidades que nos brinda la liberalización en el escenario económico actual, pudiendo hallar en la misma una vía inesperada para mejorar su competitividad.
En consecuencia, es preciso reflexionar y tomar consciencia de todas aquellas oportunidades que nos ofrece la crisis global, adoptando una actitud pro activa responsable para aprovechar las oportunidades y alcanzar nuestros objetivos aunque éstos, tal como estamos, se reduzcan a la pura supervivencia a la espera de tiempos mejores.
Debo reconocer, con toda sinceridad, que ignoro durante cuánto tiempo se mantendrá la coyuntura de precios bajistas en los recursos energéticos y desconfío de las predicciones que los consultores de diverso calado emiten sobre el particular. Sin embargo, como la mano invisible de Adam Smith que restablece el equilibrio en los mercados, cuando la dinámica de los precios energéticos se revierta en alcista de forma sostenida estaremos, sin duda, en la senda de la recuperación económica.
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